La fidelidad con los datos históricos nos obliga a citar aquel congreso de la Confederación Sudamericana realizado en 1958 en Río de Janeiro, Brasil. Allí, la idea de jugar un torneo continental entre clubes campeones tomó forma definitiva, pero la raíz del proyecto existió desde mucho tiempo atrás.
En Sudamérica el espritú de la competencia a nivel de clubes estaba presente desde principios de siglo. Durante las décadas del '30 y del '40, argentinos y uruguayos disputaron partidos por la Copa Río de la Plata entre sus respectivos campeones, un año en Buenos Aires, otro en Montevideo. No hay dudas, el embrión vivía. Faltaba un empujón.
En 1929, los dirigentes de Nacional de Montevideo Roberto Espil y José Usera Bermúdez idearon una competencia. El mismo Espil en 1946, analizando las distancias y la distribución geográfica, incluyó a los subcampeones en el proyecto. Sin embargo fueron los chilenos los primeros en llevarlo a la práctica. Don Robinson Alvarez Marín, dirigente del Colo Colo, fue quien pergeño la idea, a fines de la década del '30. En 1948, con Don Luis Valenzuela como presidente de la Confederación, se jugó el antecedente más concreto y orgánico: la Copa de Campeones. Fue en Santiago de Chile, durante febrero y marzo de ese año, con los vencedores de la temporada anterior en cada país. La ganó Vasco da Gama de Río (Brasil) y participaron también River Plate (Buenos Aires, Argentina), Nacional (Montevideo, Uruguay), Colo Colo (Santiago, Chile), Emelec (Guayaquil, Ecuador), Litoral (La Paz, Bolivia) y Deportivo Municipal (Lima, Perú).
Este antecedente será tomado por mí para incorporarlo a la tabla general, que publicaré oportunamente como a las campañas dentro de la Copa para los equipos mencionados que participaron en 1948, y que fue reconocido años atrás como torneo oficial, que le permitió entre otras cosas participar a Vasco da Gama de la Supercopa "Joao Havelange" sin haber ganado hasta ese entonces la Copa Libertadores. Sigamos con la historia.
Por todo esto, en aquel congreso de 1958 el tema no era desconocido para los gestores del proyecto. Y a una mesa se sentaron Raúl Colombo y Eduardo Palma por Argentina; Fermín Sorhueta, Washington Cataldi, Luis Tróccoli y Bracco, por Uruguay; el doctor Quiroga, por Bolivia; Teófilo Salinas, por Perú; Alberto Goñi, por Chile; Joao Havelange y Abilio D'Almeida, por Brasil y Lydio Quevedo, por Paraguay. Basta ver los nombres de los pujantes dirigentes para conocer la seriedad del objetivo. Las conversaciones dieron un resultado positivo y la competencia sentó sus bases. Esa fue la plataforma de lanzamiento. Pero si algo faltaba para afianzar aún más la idea, ese mismo año (1958) el secretario general de la Unión Europea de Fútbol Asociado (UEFA), Henry Delaunay, elevó una proposición al entonces titular de la Confederación Sudamericana, el brasileño, José Ramos de Freitas: organizar una doble confrontación anual entre los campeones de Europa y Sudamérica. El éxito alcanzado por la Copa Europea, por ese entonces en su tercera edición, había sido un espejo donde los dirigentes se miraban y la posiblidad de ligar ambas competencias era un logro superlativo.
El 5 de marzo de 1959, en el 24º Congreso de la CSF realizado en Buenos Aires, se definieron los detalles finales: organización, reglamento y fechas. También nació el nombre, en homenaje a los grandes héroes continentales: Copa Libertadores de América.
El 15 de febrero de 1960, en Uruguay, con la presencia de 10 países, se aprobó definitivamente el desarrollo del torneo que comenzaría ese mismo año, con 7 participantes.
El primer campeón fue Peñarol de Montevideo. Justamente su presidente, Washington Cataldi, explicaba años después: "La historia de la Copa Libertadores es muy conocida por todos. Hemos sido precursores, junto con otros dirigentes de Sudamérica, para ponerla en marcha primero (1960) y para agregar más tarde a los subcampeones (1966). Se dijo entonces que se trataba de una maniobra destinada a asegurar la presencia de los dos grandes del fútbol uruguayo. Algo de eso es cierto. Pero no el único fundamento. Yo me encargué personalmente de recorrer los países sudamericanos para demostrarles a todos que para una mayor vivencia de la Copa era mejor jugarla con 20 equipos en lugar de 10. La historia me ha dado la razón".
Así fue. En el segundo año, 1961, participó el campeón del país -Nacional- al que pertenecía el ganador de la Copa anterior (Peñarol). En 1965 se resolvió la incorporación de los subcampeones de cada país, asegurando casi matemáticamente la participación de los dos grandes del fútbol uruguayo. La primera vez que seimplementó esta variante, en 1966, el beneficiario fue River Plate, segundo en el campeonato argentino, que después de eliminar a Boca Juniors llegó a la final con Peñarol de Montevideo y estuvo a punto de ganarla.
En años sucesivos, al variar la forma de disputa de los campeonatos locales, se modificó también el modo de elegir al segundo participante de la Copa, según la reglamentación de cada federación nacional. En 1967, por ejemplo, la temporada del fútbol argentino se dividió en dos torneos: Metropolitano y Nacional. Iba a la Copa el Campeón Nacional y lo acompañaba el subcampeón. Estudiantes de La Plata, que había ganado el Metropolitano, se clasificó junto a Independiente por haber sido segundo en el Torneo Nacional. En años posteriores se buscó el mecanismo reglamentario para darle valor también a la conquista del título Metropolitano.
Algo ha cambiado desde aquel 1960. Río de Janeiro había sido testigo 2 años antes del nacimiento de un sueño. Pero seguramente en la mente entusiasta de sus forjadores, no estaba calculado que la Libertadores, sería el trampolín para que Peñarol, Santos, Racing, Estudiantes, Nacional, Independiente, Boca, Olimpia, Flamengo, Gremio y River Plate, entre otros conquistaran sucesivamente el mundo futbolístico a través de la Intercontinental. Lo que ellos no sabían es que un sueño atrae a otros sueños.
Extractado del libro editado por la Confederación Sudamericana de Fútbol: "30 años de pasión y fiesta".
Doctor.
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